sábado, 31 de enero de 2009

EL SINDROME DE POSTCOLONIALISMO

¿Hasta cuándo vamos a estar culpando a los gringos y su “imperio norteamericano” de causante número uno de todas nuestras dolencias, carencias, fracasos, atrasos, injusticias, desigualdades, pobreza, etc., etc.? La lista de propiedades negativas es muy larga. Y cuando digo “nuestras”, me refiero no solamente a las de Colombia sino de toda América Latina.

Al leer y escuchar todavía con mucha frecuencia en pleno siglo XXI, tanto de gobernantes como de pensadores, periodistas, dirigentes políticos, intelectuales, cuasi-intelectuales –ni hablar del vox populi-, que nuestro principal enemigo de desarrollo sigue siendo “el imperio”, me doy cuenta que seguimos sufriendo del síndrome de postcolonialismo, y que este síndrome sigue usándose en los últimos 50 años –por decir una cifra-, a conveniencia y desconveniencia de unos, conciente e inconcientemente por otros. Eso si, todo ello con un resultado común: la concentración de riqueza y poder en unos pocos; la pobreza y el sometimiento de la gran mayoría de nuestra población. Lo más interesante de este fenómeno político-social es que no importa que sistema o estrategia de gobierno se utilice como instrumento; gobierno de extrema derecha o extrema izquierda, socialismo totalitario o dictadura militar. Da igual, con tal de que siempre podamos “achacarle” nuestros males al imperio norteamericano. Y si no díganme, ¿de qué vale alfabetizar al 100 por ciento de una población, si al mismo tiempo le suprimes la libertad de expresión, reunión, movilidad, etc.? ¿Y de qué vale la libertad de expresión, si al mismo tiempo no se tiene igual acceso a los instrumentos de educación y a los medios de comunicación?

El síndrome de postcolonialismo no hace diferencia de colores partidistas ni de ideologías rebuscadas. Su principal síntoma en nuestra población latinoamericana es: “seguir padeciendo de una extrema desigualdad de oportunidades sociales y económicas, sin tener nosotros mismos la culpa de ello y culpando en su lugar a la superpotencia (imperio) de turno del mundo”.

Pienso que ya es hora de cambiar esa mentalidad cómoda, conformista y comenzar a pensar en otra dirección, en una nueva política social y económica, acorde con los cambios del mundo moderno. Las condiciones se están dando poco a poco: los estadounidenses han optado por el cambio en su liderazgo, los chinos y los rusos por una economía de mercado basada en reglas de juego capitalistas, los europeos por una integración económica y social, Brasil y Chile por integrarse en el nuevo mercado global sin descuidar la justicia social.

Las preguntas que debemos hacernos ahora es: ¿Está Colombia optando por la dirección correcta? ¿Están nuestros vecinos más cercanos Venezuela y Ecuador tomando una dirección de acorde con los cambios que está dando el resto del mundo? Y mi última pregunta con “salpicón”, ¿Resistirán Cuba y Corea del Norte 50 años más de revolución comunista con sistema político unipartidista?

Próximo artículo: El síndrome de postcolonialismo y el Foro Social Mundial anti-Davos.

3 comentarios:

Pilar M Clares dijo...

A la última pregunta, estoy segura de que no.

abel desestress dijo...

“La política de Chávez en Venezuela será una tragicomedia histórica” (Abel Desestress)

Unknown dijo...

Hola Carlos,

Estoy muy de acuerdo con que no nos ayuda ponernos en el papel de vícitmas frente a los que logran lo que nosotros no logramos. Sinembargo, creo que paralelamente a ese discurso postcolonialista que aveces es más complejo y aveces es más simplista; persiste un complejo histórico: que los Europeos, los gringos y los blancos son más capaces y más hermosos que los Latinoamericanos, especialmente que los Latinamericanos que tienen rasgos Afros o indígenas. Creo que gracias a esos discursos postcolonialistas que han proliferado desde hace aproximadamente 50 años, muchos jóvenes son hoy en día cuestionan el racismo interno del país y el etnocentrismo que aveces define nuestras políticas. Quizás me equivoque, espero que no. Creo, para resumir, que el postcolonialismo es un síndrome necesario. Quizás aún inmadura, la discusión postcolonial es una alternativa, no para fijar enemigos (el imperio), sino para encontrar soluciones basadas en las diversas realidades y necesidades de Colombia, no las del imperio.

Gracias por poner ese tema en la mesa,
Sara Regina Fonseca