viernes, 22 de mayo de 2009

A propósito de un tercer mandato presidencial de Álvaro Uribe

alvaro uribe

Mucho se está especulando en los últimos meses sobre la posibilidad de que Álvaro Uribe decida lanzarse como candidato para un tercer período presidencial en las elecciones del 2010 en Colombia. Y es que la trascendencia de un hecho así, tiene repercusiones políticas no sólo para Colombia sino para la región en general.

Importantes editorialistas de publicaciones de Europa y de EEUU han destacado dicha trascendencia y las consecuencias negativas que puede tener una segunda reelección por cuatro años más. Andrés Oppenheimer de El Nuevo Herald titula su artículo “Uribe se cava su propia fosa”; la revista The Economist del Reino Unido publica un artículo “Uribe se desliza hacia la autocracia”.

Dicho en pocas palabras, y en lo que concierne a la repercusión política en la región, Uribe no tendría autoridad moral para criticar o cuestionar la autocracia que Hugo Chávez ya está ejecutando como “presidente perpetuo” de Venezuela. Al mismo tiempo soy optimista en este sentido, y personalmente opino que lo que Uribe pretende garantizar es una continuidad de su “Política de Seguridad Democrática”. En distintas ocasiones ha remarcado que Colombia cuenta con “muy buenos lideres” y que en su coalición hay “gente muy buena”. La reciente renuncia del ministro de defensa J.M. Santos, quien goza de alta popularidad a raíz de la famosa operación Jaque y otros golpes importantes a la guerrilla izquierdista de las Farc, apunta a que éste se lanzará como candidato presidencial por el uribismo y por la continuidad de la política de Seguridad Democrática.

A propósito de estas últimas tendencias de los líderes latinoamericanos de perpetuarse en el poder, traigo a acotación una carta del Libertador Simón Bolívar dirigida al congreso de  Colombia en 1826, en la que rechaza la presidencia de Colombia: “Yo no puedo mandar más, Excmo. Señor, la República Colombiana; mi gloria me lo prohíbe y la libertad de Colombia me lo ordena. Sírvase V.E. ser el órgano para trasmitir al Congreso de la Nación mi respetuosa negativa ...”. Léase la carta completa aquí.


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